BITÁCORA DE MI PENSAMIENTO
Hoy navegamos hacia una parte de ese horizonte que nos ofrece el último trabajo de Idoia Mielgo Merino, autora de: “Bitácora de mi pensamiento”. Un título que nos ayudará a encontrarnos con cada una de las experiencias que ha tenido en sus viajes a lo largo y ancho de los mares por los que ha navegado gracias a una bitácora y al buque insignia de su lúcido pensamiento.
Evidentemente este no es un libro de poemas al uso, pero es verdad que entre estos breves escritos anida el espíritu poético que siempre la acompaña, y es que Idoia Mielgo Merino echó sus raíces, como escritora, allá donde nacieron la curiosidad y el interés entremezclados y apuesta hoy por la regeneración de cada una de las ideas que recibe desde la vitalidad de su pragmatismo para viajar a un pasado donde la incertidumbre jamás supo de la esperanza e incluso encararse desde el presente, con ese futuro al que cada día estamos más unidos.
Para este viaje nuestra autora ha elegido unos compañeros de viaje que harán más amena nuestra lectura, pues presiden cada texto de Idoia con unas breves palabras suyas —a modo de cita— y que tienen que ver directa o indirectamente con su narración, así pues el lector puede disfrutar de Platón, Tagore, Bécquer, Unamuno, Quevedo, Nietzsche y Miguel Hernández entre otros.
Reflexiones como la que nos incita su primer escrito donde habla “de ese calor humano que está desapareciendo y emigrando a otros lares para buscar una temperatura más idónea”, hace que en tu mente se instale el signo de la interrogación al tiempo que, sin pretenderlo siquiera, le acompañe tu inmediata respuesta.
En otro de los relatos de nuestra autora “Bitácora de mi pensamiento”, asoma su crítica a la multitud de voces que nos acompañan a diario y que no escuchamos y es a la vez que crítico, reflexivo. Nos habla de nosotros mismos desde fuera y desde dentro y lo hace transmitiendo una señal, a veces, de socorro.
Los guiños al amor están llenos de palabras saltarinas haciéndose con ese espacio premeditadamente señalado por la bitácora de su pensamiento y en su realidad lo conforma y patenta a su imagen y tolerancia porque así lo desea y lo describe su autora. Son las ráfagas impregnadas del perfume de ese mar que asoma su pureza entremezclada de espuma y aire lo que condiciona su voluntad creadora, tan libre y empática como traviesa y calculadora.
La narrativa de Idoia Mielgo llega, nos seduce y al tiempo que se va deja tras de sí elementos de belleza donde expira el dramatismo de lo acontecido dejándonos la responsabilidad de ejercer como actores para sentir de ese escalofrío descrito por ella. Su escritura también exige al lector atención para no caer en la persuasión de la que pueda estar haciendo gala los protagonistas. Resulta pudorosamente elegante su genio y estilo descriptivo porque embauca y te hace partícipe de todo cuanto transcurre en cada uno de estos viajes a la superficie de nuestros sentimientos.
Ordenada e impoluta, en el terreno literario, es obsesiva y divide el libro dándole un valor numérico consciente y coincidente con los siete días que tiene la semana. Cada una de estas siete partes de las que se compone “Bitácora de mi pensamiento” abraza, como una buena madre, sus respectivos trabajos subtitulados y de este modo consigue que la escritura se entregue al lector desde unas coordenadas específicas que mucho tienen que ver con la magnetizada aguja de su bitácora.
Avanzamos en su lectura advirtiendo el paso lento de las páginas entre los dedos y es que adoptamos una postura corporal defensiva cuando nos asomamos a esa liturgia denunciando los hechos que también nosotros hemos experimentado a lo largo de nuestra existencia. No es un tratado de psicología, tan solo es el pensamiento que se expande mostrándonos los miedos que nos atenazan, las ilusiones soñadas y no conseguidas, casi todo aquello que acontece y muere dentro del ser humano.
Idoia Mielgo Merino, nuestra poeta, se rodea de sí misma para verse desde fuera e intentar de este modo llegar a ser más fuerte desde dentro para combatir esa metamorfosis que sufren algunos pensamientos y que llegan a ser, a veces, incontrolables.
De todos modos, el libro también ha de pasar por el tamiz del lector y solo él podrá decidir —individualmente— cuánto tiene de realidad y de ficción, aunque lo más importante sea participar de ese hermoso viaje hacia nosotros mismos, pero con la inestimable ayuda de la bitácora de nuestro pensamiento.
Feliz viaje y amena lectura. Lo recomiendo.