Charo Bernal
Charo Bernal

Charo Bernal

UN SILENCIO MALVA

Agradezco, sobremanera, al poeta prologuista de este libro, José Luis Morales, su enriquecedor criterio sobre el poemario que hoy nos ocupa “Un silencio malva” y donde  manifiesta el buen hacer de esta poeta manchega, Charo Bernal.

La primera sensación que tuve al encarar mi interés por sus palabras fue de absoluta y discrecional necesidad por descubrir un modo diferente de comunicación que fue la sensación que obtuve hace dos años cuando tuve la oportunidad de oírla declamar y cambiar impresiones con ella en un recital de poesía en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real).

En aquella ocasión, apareció Charo Bernal ante el público con una clara, profunda y entrañable voz que si de algo llenaba el ambiente lo hacía de sabias palabras, quizá elegidas para significar, aún más, esa tarde-noche poética ornada con cuantos pétalos de rosa llenaban de color la alfombrilla central que la llevaría —junto a otros dos poetas y un cantautor— al escenario.

Los versos de “Un silencio malva” son meros testigos del compromiso que adquiere la palabra en labios de quien se expone a decir del ser humano y de la vida toda, cuando sentimos que la caricia de la brisa deja de serlo y asoma el temporal. Poema tras poema se conjuran para dignificar el recuerdo de cuanto aconteció en tiempos de pandemia y los sentidos se quedaron permanentemente exiliados más allá de la razón. Un libro de mesita para leer despacio y equilibrar el desasosiego de la rutina y en sus palabras reconocernos.

Un denominador común que tanto nos seduce cuando lo reconocemos, como nos separa cuando no lo hacemos es el silencio que alberga en sí el poeta. En este caso Charo, lo reconoce y desde él nos habla, nos dice desde la sencillez que no es una figura desligada al pensamiento y asevera cuán importante es su presencia. En estos silencios duerme eternamente consagrada la palabra y cuando despierta y la queremos hacer pública enriquece, a la vez que nuestro vocabulario, la esencia más pura y universal del alma poética. En el poema “Pálida hora” pareciera estar significándolo la propia autora.

El verbo amar, ocupa los espacios que deja libres nuestra poeta para proyectar en el lector una de las gemas más codiciadas por el ser humano y es que en el amor se dan los factores cíclicos para alcanzar con la plenitud que es capaz de ofrecernos la esperanza, la felicidad. La misma felicidad que siente al amar “a esa mujer que escribe, desde las profundidades abisales de sus océanos”.

Charo Bernal. transmite en este poemario las secuencias de un ayer que perdurará en el tiempo como la época que generó los recuerdos que marcaron para siempre nuestra historia. La forma y el modo que tiene para comunicar es garantía de supervivencia pues domina la palabra escrita sana y envidiablemente y aglutina en su sentir el realismo y la transparencia necesaria para revelar cualquier acción de la que trate en sus poemas.

Su voluntad la contiene entre la rigidez que se impone ante los retos y la metamorfosis que desarrolla ante la idea que recibe y en ello le va la existencia y su tremendo dolor que le seguirá acompañando de por vida, precisamente por ese amor desbocado que siente por la palabra.

Hay juegos furtivos de obediencia y gratitud en los colores que define con firmeza la ingrávida estación en la que se mueven los sentidos de la dialéctica y el conjuro diáfano de las palabras, atribuibles quizá al desencanto de la armonía con la propia naturaleza y es que el asociacionismo entre pensamiento e idea aflora, a veces, tentando las circunstancias, cuando se dan.

En definitiva, “Un silencio malva”, es un capricho que te puedes dar porque nada de cuanto añade te va a dejar indiferente. Mi enhorabuena a la poeta.

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