Tomás López Fernández-Sacristán

VIDA Y OBRA DE JUAN ALCAIDE

LOS AMIGOS DE JUAN ALCAIDE
(III)

Juan Alcaide amó, como pocos seres hayan amado con ese amor tan profundo todo lo que le rodeaba. Escogió a sus grandes amigos que fueron todos a quienes trató y le trataron en los diferentes ambientes en los que vivió con ellos. Ambientes literarios de donde nacieron sus amigos vinculados a la creación artística, ambientes populares que lo llevaron a relacionarse con un grupo de paisanos de diversas profesiones, —generalmente agricultores—, o ambientes profesionales con sus amigos los maestros. Esta, en definitiva, sería la nómina de hombres a los que tuvo por amigos.

Y es que, llegados aquí, podríamos caer en la tentación de tomar la foto de este artículo como referencia básica para enumerar o definir quiénes eran sus amigos. Cometeríamos un error, pues son abundantes las personas que fueron premiadas con su amistad. Aun así, conviene enumerarlos.

De izquierda a derecha (en la fotografía adjuntasa al final) lo componen: Carlos Muñoz, (maestro), Vicente López de Lerma (maestro), Vicente Gómez Cornejo (empleado de banca) Manuel Ruiz (agricultor) y Francisco Carrasco (agricultor). El escenario de la fotografía es el “cercao” de Afrodísio González, también presente en esta reunión y actuando de fotógrafo ocasional, —según he podido averiguar— y al que no quiero olvidar, pues fue clave su actuación positiva en las épocas de penuria económica del poeta.

Algunos de estos amigos hicieron patente tanto la personalidad de Juan Alcaide como la de sus libros entre los poetas y escritores que sobrepasaban su territorio valdepeñero. Así ocurrió, por ejemplo, con Antonio Machado, en Rocafort (Valencia) donde se encontraba con su madre en plena guerra civil española y fue visitado por su íntimo amigo Jaime Muñoz, que tantos encargos le hizo. Este le entregó una tarjeta y Machado se interesó vivamente por él, además de regalarle dos libros suyos dedicados.

Después estaban sus amigos relacionados con la literatura o la creación poética, en definitiva, amigos que andaban desparramados por toda la geografía española y con los que tuvo una abundantísima relación epistolar, Lope Mateo, Rodríguez Marín, Pemán, Cástulo Carrasco, —entre otros— son ejemplo de lo que digo. Algunos de ellos también lo visitaban de vez en cuando. Él, quizás por su carácter apocado, no visitó a nadie que sepamos y se emocionaba hablando de estas entrevistas, como en el caso del pintor López Villaseñor, que en la propia casa del poeta y a vuela pluma realizó un retrato, a sanguina, de su ahijada Mª del Mar, cuando apenas tenía seis o siete años y así me lo cuenta ella misma. De algunas de estas visitas dejó constancia en artículos y cartas.

Y aún quedan sus discípulos: Antonio Sánchez Ruiz, Nicolás Rosillo, Julián Pérez Rico o Juan López Trujillo con los que mantuvo varias tertulias literarias, la Casilla o San Borce y a los que dictaba magisterio de buenas palabras, de comportamientos exactos, a los que se entregaba  poniendo vehemencia en resolver los problemas que le planteaban.

Juan Alcaide era un conversador infatigable. Fue un ejemplo de convivencia y de dialogo en todos cuantos cenáculos era invitado. Su presencia revestía cierto halo de magnificencia. Se le veía charlar a la hora de tomar la jarrilla los domingos con los amigos reseñados, con sus alumnos de la academia, de preparación para la banca o con otros de variada procedencia. Era un apasionado de la amistad y sabía darse a los amigos. Avaro para los afectos, a los que guardaba eterna fidelidad. Las cartas escritas a los amigos son la evidencia de cuanto decimos y tuvo la generosidad de dedicar algún poema a casi todos ellos. Era una persona, en definitiva, excepcional. Y ya lo dijo nada más y nada menos que un premio nobel de la categoría de Vicente Aleixandre “qué cantidad de persona hay en este poeta”.

Tomás López Fdez-Sacristán

De izquierda a derecha lo componen: Carlos Muñoz, (maestro), Vicente López de Lerma (maestro), Vicente Gómez Cornejo (empleado de banca) Manuel Ruiz (agricultor) y Francisco Carrasco (agricultor).

El escenario de la fotografía es el “cercao” de Afrodísio González, también presente en esta reunión y actuando de fotógrafo ocasional.