Reivindicación perpétua

La última embestida del precio de los carburantes a nuestros bolsillos ha obligado a muchas personas a plantearse unos nuevos hábitos en su particular forma de vida para, de algún modo, llegar a fin de mes sin demasiado sobresaltos. Tal es el caso, que tras comprobar varias veces, tarjeta en mano, los vergonzosos precios actuales que hemos de afrontar, he hallado la alternativa a los múltiples y acomodaticios servicios que hasta hoy ofrecía el vehículo: el tren de cercanías.
Este medio de transporte ferroviario y colectivo que Renfe pone a disposición de casi todos ha puesto fin al diario trasiego automovilístico desde la residencia vizcaína hasta una próspera y cercana villa alavesa por una carretera no exenta de cierto peligro, porque decir que soporta una circulación exagerada es decir bien poco; hay que sumar infinidad de curvas para, finalmente, añadir una escasa visibilidad, y es que la N 634, desde Miravalles hasta Llodio, bien parece un circuito de pruebas. Se las trae.
Ahora, con el ferrocarril, todo es distinto. No deja de llamarme la atención el paralelo serpenteo que ha de recorrer desde Abando – señorial estación de salida y final de viaje – hasta Orduña – pueblo emblemático de espléndidas vistas donde las haya – y, sobre todo, cómo desaparece en el trayecto Bizkaia, como si del río Guadiana se tratara, para mostrársenos Alava volviendo a aparecer, la primera, casi al final de su recorrido.
El ferrocarril, el futuro tranvía y el metro no son más que el producto que una sociedad moderna como la nuestra reivindica y obtiene, merece y necesita en una época donde la competitividad es ciega aliada de nuestro tiempo.
Si los servicios que a nuestra disposición pone Renfe en Abando los comparamos con los que tenemos en otras estaciones daríamos sentido a la referencia hecha anteriormente, y es que ante la verdad hay que descubrirse: este medio de transporte público no está a disposición de todas las personas que aspiran a utilizarlo.
Cito, por ejemplo, una denuncia del pueblo de San Miguel de Basauri cuya estación de Renfe responde al nombre de Abaroa – San Miguel: «Otra de las reivindicaciones casi perpetuas de la AA.VV. de San Miguel es la adecuación a la normativa vigente sobre tránsito de pasajeros de la pasarela peatonal elevada que Renfe tiene en la estación de Abaroa. La petición de mediación ante el Defensor del Pueblo no ha dado el mínimo fruto y desde Madrid se han limitado a decir que las conversaciones con Renfe <La conversación con el compañero de asiento, la calefacción, la rapidez con la que se llega al destino son puntos a favor. Las carencias en alguno que otro apeadero, como es el ejemplo de Santa Cruz de Llodio, donde no hay ni un mísero banco donde sentarse, son puntos en contra. Esperemos que Renfe, definitivamente, no los perpetue.
Juan Camacho, es escritor y cofundador de Ibai Literario.

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