Piedras en el camino

De nada sirve el dinero si la salud no nos acompaña. De nada el amor si la esperanza nos impide darnos por entero a él, de nada el esfuerzo diario en el trabajo sin la remuneración precisa que nos garantice al menos; un mínimo de calidad de vida.
Digamos que con la llegada de las vacaciones toda utopía tiende <> a nuestro antojo y maneras y es que el sentimiento de libertad que acusamos imana de todo aquello a lo que asistimos haciéndonos partícipes de su encanto. Diría incluso que la personalidad a la que por entero nos debemos durante el resto del año cambia de estrategia implicando inconscientemente al niño-hombre que sabiamente escondemos dentro de nosotros.
Es una sensación placentera redescubrirse a sí mismo en el sosiego de una temporada estival y escurridiza; tu voluntariedad emerge como un amanecer que a duras penas si se contiene y que acaba por entregarse de inmediato; la armonía espiritual a la que tanto nos cuesta atender a diario es hoy tan significativa como el lenguaje de los olivos de Castilla la Mancha o el color verde de sus viñedos o la imagen de la marisma cántabra bajo el auspicio del único interés común al que nos debemos todos los humanos: La Paz.
El descanso nos ofrece el tiempo que necesitamos, para la reflexión y la comunicación con personas de otras regiones, a la que nos une intereses modestamente políticos, muy valiosos por otro lado, para la construcción de ésta España pluralista y encasquillada en sus perennes devaneos. Los comentarios políticos se suceden en el transcurrir de los amaneceres y el lugar de encuentro es la plaza. La misma plaza que no es sino la trastienda del pueblo donde se analizan y discuten las, cada vez más distorsionadas opiniones de la jerarquía política, sus aciertos o fracasos, sus enfrentamientos con lengua a veces viperina y silencios camuflados que más bien obedecen a intereses propios que a los legalmente destinados al bienestar de todos los españoles sin exclusión alguna.
Tras la edad de cada uno de nosotros se evidencian signos de responsabilidad y eficacia y el criterio viene anejo a la madurez, que la propia y ajena vida nos ofrece a diario, por ello mismo la lectura de las últimas declaraciones de Xabier Arzalluz nos importa no más que la penúltima y su antepenúltima comparecencia ante los medios de comunicación y es que el diccionario de este ex-jesuita repleto de reproches y ambigüedades se ha debido quedar sin paginación donde afloren otros vocablos más solidarios, responsables y justos. Hay mucha gente en este país que ve con buenos ojos la voluntad –no sé si también suya – de que vuelva a las aulas del colegio de donde no debió salir.
Otros del mismo linaje, como Ardanza, es respetado por sus valores, presumiblemente claros (sean o no de nuestro agrado) pero su nivel, como político, deja en evidencia a otros tantos personajillos de buena oratoria como Egibar aunque tenga éste que desdecirse más tarde.
Digo que sufren los signos de un presunto estado de estrés o ansiedad, veremos qué nos depara el otoño, tras el relax de unos días de descanso porque no es lógico que los responsables de unos niños que disfrutan al aire libre, de juegos, etc…, vean sus mochilas cargadas de piedras por el hecho de no contestar en euskara a las preguntas de sus monitores, haciéndolo en castellano.
Es verídico y al mismo tiempo lamentable situaciones de este tipo y es que la libertad impuesta no responde más que a la disciplina manipulada de los que, llamándose demócratas, ejercen el uso del poder a su antojo importándoles un pimiento el verdadero sentido y sentimiento de los que, equivocados una vez más, les avaló en su día con su voto. De ahí la importancia de aferrarse a la vida, a esa enorme universidad del día a día, con sus fabulosas lecciones que para nada son ambiguas. Nuestra comparecencia diaria a ella nos habrá de señalar qué siglas son las que cuidan e incluso miman los pilares de la misma.
El pueblo está más que harto de eliminar las piedras del camino con las que aún se sigue tropezando y dado que la esperanza – dicen- es lo último que se pierde, preguntémonos para cuándo, de una vez por todas, esa autovía o ¿porqué no? Esa autopista hacia el equilibrio sensato y armónico que haga despertar a España y sus autonomías.
Juan Camacho es escritor y co fundador de Ibai Literario.

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