La democracia y el califa

Cuántas veces se nos hace líquido el dolor que el sentido ruge, cuántas veces acuden nuestros atónitos ojos al espectral teatro político al que asiste el sinsentido. La insensatez de algunos parece estar programada para debilitar el dogmatismo de los otros imposibilitando la dinámica diaria de los que nos llegamos, como Santo Tomás, a esas cábalas de nuestros representantes. Es la doctrinal cruzada inargumentada, una y otra vez, la que envuelve para luego desenvolver, lo que deplora la contestataria sociedad española, hastiada de tanto desatino, y es que el pueblo pierde la sonrisa ante la evidente pubertad de aquellos políticos que planean como moscas cojoneras sobre aquellos que habiendo alcanzado la madurez se inclinan, no sin ciertos atropellos hacia los intereses de los más allegados al Santo Job, que son la mayoría del pueblo.

Estamos sirviendo una fuerte dosis de arrogancia, despotismo, interés personal, persuasión y corruptela a esa niña llamada democracia cuya desnudez no hemos asumido como belleza ni entendido – si acaso – como erotismo; nuestras acervadas mentes no saben de tales adjetivos dado que el caos nos influye de tal modo y manera que, ante nosotros, tenemos la espinosa y retorcida senda del morbo y nos la hacen ver como una prostituta agasajada por cuantos presumen de poder. La conciencia es el pilar que sostiene la educación, la fe, el irrefrenable resultado de toda utopía y la reflexión el último refugio de nuestra mente a la que nos llegamos cuando todo ha quedado dicho y hecho, el resto de los valores, que por antonomasia nos atañe, están fuertemente custodiados por lo que más nos sobra; la soberbia hecha palabra; de esto saben, y mucho, señores como Cascos, Felipe y Anguita, este último, aparte de saberlo tiende a analizarlo; de ahí su actual posición – diana de proyectiles no Parabellum – a los que no responde de momento pero sí atiende.

Cuando despierte de su letargo estival no me sorprendería ver al denominado califa cubrir la esbeltez del desnudo cuerpo democrático con la túnica roja de seda que su dogma predica, lástima que sus correligionarios no tiendan como él a analizar coherentemente sus actitudes ya que gran parte del electorado de IU sí lo hicieron antes de ejercer su derecho al voto. Han de tener en cuenta los amiguetes de Almeida y Garrido la cacareada frase se van a quedar solos. Yo, desde mi poltrona, que si acaso llena lo está de irresponsabilidad política, les digo que el pueblo español, al que con dignidad pertenezco, le está llegando de golpe y porrazo toda la basura y eso, señores, no es bueno. Les llamo a la disciplina como ciudadano, contribuyente y trabajador, que ve cómo se pierde el respeto en su calle, en su pueblo, ciudad o provincia, por los acontecimientos ya no de fraude a la seguridad social por parte de empresarios y obreros – que también los hay -, ni tampoco por las estafas que a niveles económicos se han dado: ahora cito Banesto, luego digo viviendas del sindicato ugetista, más tarde diré guardia civil, pero teniéndolo bien claro, gritaré: Roldán.

Pero no, señores, nada de esto es tan humillante como dejar constatada no sólo a nivel de estado, sino a nivel mundial, la degeneración lingüística que están ofreciendo ustedes (señorías) con sus vejatorias verborreas. No cometan más barbaridades y sepan asear sus prendas más íntimas –que son las nuestras– aunque haya que rebajarse al enemigo para pedir jabón.

Juan Camacho, es escritor y cofundador de Ibai Literario.

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