La sonrisa de un adolescente hace que olvide ese mal pronto que nos sacude a muchos hijos de este país estancado en su reciente historia, burlado hasta la saciedad por sus más allegados, temeroso quizá por las repetidas manifestaciones radicalizadas de otros, digamos que también adolescentes pero, eso si, teledirigidos.
Así como se sabe quién es quién en el terreno literario, de quién se vale quien no siéndolo lo pretende, quién gobierna o quiénes son los gobernados… tampoco a nuestros ojos se escapa el que asiente y al mismo tiempo disiente.
Nada hay como la democracia para salvaguardar los derechos humanos y hacer respetar las leyes por las que nos regimos. Nada como la educación y la cultura para enterrar para siempre la ignorancia, y a veces nada hay como estar bien calladito para que no nos ponga en evidencia nuestra propia ingenuidad…
Que todo tiene un límite y no todo una salida ya lo sabemos; que hemos pasado de la crisis, más que pasajera, del 92 a la crispación eterna aún en el 97, es evidente, pero nada es tan deleznable como que en puertas del siglo XXI no tengamos siquiera <> de miseria que repartir al vulgo, ni papel higiénico que nos llegue para limpiar tanta porquería como se nos viene salpicando encima durante los últimos años… y es que la hipocresía se ubica allá donde los valores humanos, por morales, quedan relegados a un segundo plano y los intereses políticos y económicos están por encima de cualesquiera sociales.
¿Qué intereses, volviendo a esta palabreja que tanto ha dado a tan pocos, tienen los Sres: Anguita contra Juan Carlos I. Botin vaticinando al P.P. la victoria en las pasadas elecciones, Mario Conde con el ex presidente socialista, y Aznar… qué intereses tienen con sus reiteradas amenazas al PSOE?
En tanto, unos con sus silencios y otros con sus interminables verborreas, han tenido y tienen en jaque a los también Sres del pueblo como son los ganaderos de la cabaña vacuna y agricultores de los viñedos ante el Unión Europea. Hace tiempo que, diariamente, asistimos a lo que en tiempos de la transición se denominaba <> pero ésta, la de hoy se nos sirve desde el hemiciclo.
Da la impresión que fuera de nuestras fronteras o nos respetan mucho o hacen muy poco ruido al reírse; y es que, gobernando, existe un denominador común tanto en los socialistas como en los populares e intentan mantenernos a raya ante cualquier reivindicación socio-laboral o económica que a bien se preste y éste no les viene dado por la fuerza de la razón, sino más bien por la razón de la fuerza.
De igual modo, y en defensa de sus intereses, los diferentes colectivos implicados han de acogerse al derecho constitucional que les asiste a manifestarse utilizando eso sí, la fuerza de la razón.
En todo caso son más los perjudicados que no tienen voz, pero sí voto y aún están inactivos por culpa de la indiferencia del gobierno ante la caótica situación debida a la huelga del transporte, sí se les ha de seguir descontando, de sus respectivas nóminas, la cantidad correspondiente.
Es sorprendente, lamentable y angustioso que, por falta grave, de un consenso rápido y eficaz ante un problema que se veía venir, se cierren infinidad de empresas y se amontonen los expedientes de regulación de empleo al tiempo que aparece el fantasma que moviliza el instinto de la persona y ésta, por temor a un posible desabastecimiento, acapare cuanto pilla.
Sea cual fuere el resultado final de ésta negociación tendrá signo negativo y, como sucede en los convenios, habrán de sumarse las pérdidas con carácter retroactivo al día de su comienzo y, al paso reflexionar sobre la conveniencia de alterar coactivamente, mediante piquetes, la labor de los demás. La muerte de una persona es una pérdida irreparable.
El fenómeno de la algazara política se llega a nuestras calles con la misma asiduidad que la de la calle al gobierno; además hay otros gremios que observan con lupa las decisiones a tomar por afectarles directamente. Confiemos que el futuro de nuestro país esté en las manos de esos otros jóvenes que deslegitiman la razón de la fuerza basándose en la fuerza de la razón.
Juan Camacho es escritor y co fundador de Ibai Literario.